Para aplicarlas o ingerirlas correctamente debemos conocer tanto sus propiedades como efectos secundarios o la velocidad de acción que tienen, lo que en este campo se traduce como nota alta, media y baja.
Muchas veces un profesional encuentra la esencia adecuada para la persona y otra para su proceso, reconocer el punto en el que está, lo que pertenece a su esencia o a su anécdota es fundamental para ser efectivo.
Reconocer también los aceites de base con los que trabajar, su densidad para adaptarlo a las características que pretendemos aplicar, sus propiedades para combinar o potenciar la esencia... son herramientas que también podemos usar habitualmente.
Con su nivel emocional, físico o incluso con sus propiedades arquetípicas o esotéricas se puede hablar de trabajo de unidad tanto si se emplean a nivel interno como externo.
Las esencias se pueden mezclar para llegar más lejos.
Dicho todo esto, podemos entender que además se pueden mezclar, pero siempre teniendo en cuenta que la mezcla crea una unidad diferente, no es sumar unas propiedades a otras sino ver lo que hace su imagen de conjunto que siempre va a ser algo totalmente nuevo.Por lo tanto, no estamos hablando de una técnica que se pueda simplemente curiosear, se necesita comprobar muy bien lo que se está haciendo para asegurarse de “no meter la pata”.
Técnica complemento.
El mayor bloqueo para ese trabajo de conjunto que deben hacer en nosotros las esencias se encuentra en los atascos emocionales, las situaciones que muchas veces repetimos y que terminan creando una cadena de reacciones en nuestro cuerpo que nos lleva una y otra vez al mismo atasco o reacción. Es aquí donde los ajustes emocionales (una variante del tapping más amplia) se comprometen a liberar esos atascos en una simbiosis donde se apoyan en las esencias para, a la vez, liberar más en profundidad el proceso que nos está estancando. Es decir: el ajuste libera para que la esencia actúe y a la vez la esencia hace más efectivo y duradero la solución que aporta el ajuste.Estos ajustes se pueden hacer por separado, pero también en forma de “circuitos” (como el trabajo del miedo, la inseguridad, la gestión de la responsabilidad etc.) para lo que las mezclas de esencias necesarias tienen que ser totalmente personalizadas y adaptadas a la necesidad bien puntual (una etapa de uno o dos meses) o de base (periodos más amplios).
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