El SPA (Salud Por Agua) no es un invento nuevo. La hidroterapia de Kneipp, los baños de Just, las envolturas, los baños romanos, los contrastes ayurvédicos y así podríamos seguir en todas las culturas, tienen el mismo punto en común: el agua.
Cuando hablamos de las temperaturas del agua para la salud lo primero que queremos es que nos resulten agradables. Y ese es el principal error.

Temperaturas por debajo de 25 grados se centran en estimular tanto la circulación como la piel y la linfa, pero no con el objetivo de tumbarse en ellas sino de provocar reacción (salidas de saunas y termas, generalmente). Aviso con estas: prohibido en cistitis o candidiasis de repetición. Durará de 1 a 15 segundos. La inmersión en esta agua acompañada de ligeros movimientos naturales, es calmante, recomendable contra el insomnio y la excitabilidad.
Entre 25 y 30 se denominan piscinas tibias, la inmersión puede durar desde 15 minutos a dos horas (pero el cuerpo tiene dispone de unos dos o tres minutos para adaptarse previamente a la temperatura, en caso contrario hay que salirse. Tienen una función oxigenante y por encima la de ir relajando de forma activa la musculatura y las aponeurosis. Su trabajo es tónico nervioso.
Las calientes (generalmente por encima de 35 grados) suelen ser las más gustosas pero recordemos que es para poco tiempo (con lo que conseguiremos relajación, movilización de los gases en cólicos y aumento de la diuresis) porque en exceso bajan la tensión y debilitan el colágeno provocando, entre otras cosas, un aumento de la flacidez y retención de líquidos.
Otro detalle a tener en cuenta es que si nosotros mismos estamos enfriados notaremos estas aguas menos calientes de lo que en realidad están en un esfuerzo del organismo por equilibrar la temperatura dentro-fuera. Incluso provocarán con su reacción que las mucosas se licúen y salgan, haciéndonos creer, erróneamente, que eran ellas las responsables de nuestro “catarro”.

Ya sabemos que después de la sauna debemos pasar por la ducha de agua fría, la poza fría o la fuente de hielo, pero, si hay “frío en los huesos” mejor cambiarlo por aguas tibias que hagan el mínimo contraste para que la alcalinidad ósea no sufra. ¿Cómo saber si eres de este tipo? Porque eres de los que siempre tiene frío.
Así que, ir a un spa, es mucho más que darse un gustazo: es hacer algo por nuestra Salud.
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