Es el órgano que más identificamos con la digestión, pero la mayoría de las veces sin razón. ¿Sabías que un dolor “en la boca del estómago” es habitualmente un proceso intestinal? Para que el dolor fuese realmente de estómago el dolor se situaría más hacia la izquierda.
Como veíamos, el esófago es quien nos posibilita el acceso a la digestión de los elementos complejos, ya que la primera parte se realiza en la propia boca. Después de pasar por la válvula de acceso, el cardias, entramos en el estómago. Este no sólo sirve de reservorio, sino que es el lugar de mezcla y preparación de los alimentos a su paso al intestino. Posteriormente, el intestino tiene como función primordial la última descomposición y la absorción de las sustancias nutritivas, así como mantener el equilibrio hidroeléctrico para, posteriormente en el colon, excretar las materias no digeridas. Histológicamente el tubo digestivo tiene tres capas concéntricas bien diferenciadas, cada una con una función propia.
La mucosa, protectora, secretora de hormonas y otras sustancias y a la vez capaz de absorber los nutrientes.
La submucosa, formada por tejido conjuntivo o de unión y que sirve de base a la circulación hemolinfática y de sostén del tejido nervioso de la zona.
Y la capa muscular que es el tejido propiamente dicho y cuya función es mover las sustancias gracias a su capacidad de contracción y hacer avanzar la mezcla (el bolo alimenticio) a través del recorrido.
¿Dónde empieza realmente?
Como decíamos, en la boca, se inicia la digestión con la ptialina o amilasa, que convierte el almidón en maltosa. Para ello, recordemos que es imprescindible una buena salivación (que veremos si es o no correcta en los “arañazos” del estómago en el iris), lo cual mantiene la fuerza de los dientes, identifica las sustancias necesarias para seguir con la descomposición de los alimentos en el tracto digestivo correspondiente a cada uno y evitar el desgaste enzimático por parte del hígado y el páncreas. Si a esto le unimos una adecuada masticación (ya que el estómago no tiene dientes), tendremos una facilidad a la hora de descomponer esas partículas (en ocasiones demasiado grandes como para que el organismo pueda utilizarlas).En todo este proceso de transformación encontramos que los glúcidos se reducen a monosacáridos, los lípidos a ácidos grasos y glicerol y las proteínas a aminoácidos. Sin embargo, si hay mezclas incoherentes de alimentos, vamos a bloquear todo el proceso de metabolización, obligando al cuerpo a trabajar sin conseguir emplear lo ingerido y pasando a convertirlo en elemento de reserva. Además, las sustancias necesarias para la digestión no nutren las bacterias internas tan necesarias para la salud por lo que comienza la dificultad para mantener el peso, la energía, la fuerza vital, etc. Es interesante por lo tanto comprobar qué tipo de anillos metabólicos aparecen en el iris para poder asumir la dieta más efectiva en cada caso. Y por eso, especias como el orégano, el eneldo, el tomillo y un largo etc. han formado parte de la alimentación básica, mucho más importantes a la hora de dar sabor que la sal o los concentrados que se utilizan hoy en día.
El producto terminal de la digestión se absorbe en el intestino y pasa a la circulación sanguínea. Los productos no digeridos se excretan por las heces, los absorbidos que no son convenientes para el organismo se excretan por la orina junto con otras sustancias derivadas del propio metabolismo.
En el estómago no sólo encontramos los fallos de masticación si no también las alteraciones del jugo gástrico (básicamente ácido clorhídrico, mucina, factor intrínseco y lipasa) fundamentales para convertir el pepsinógeno en pepsina para la hidrólisis de las proteínas. Para evitar que el ácido clorhídrico se “coma” las paredes propias, debe ir mezclado con suficiente cantidad de mucina. Esta se altera con el sistema nervioso parasimpático en mal estado (frente al malestar del sistema nervioso simpático que afectará al duodeno). El campo de absorción de las sensibles vitaminas se lo dejamos al factor intrínseco, que nos ayudará especialmente con el grupo B, reguladora del sistema nervioso (de nuevo interacción entre estómago y sistema nervioso). En especial, la vitamina B12 es la encargada de proteger de la anemia perniciosa, así que controla especialmente este proceso.
No debemos olvidar que el estómago se ve favorecido por la orden del parasimpático por ejemplo identificando el olor y la sensación de hambre para ayudar a formar los jugos adecuados por lo que las plantas aperitivas como la quina o la genciana trabajan sobre esta área.
La inflamación de estómago que podemos observar en el iris puede estar directamente relacionada con la posición de la pupila, la colocación del tubo digestivo, la presión de ambos intestinos, la discrasia de su tejido, la flora de este sistema (ya conocida gracias a los estudios de microbiota y en especial del lactobacillus reuteri), la afectación de flora intestinal o el cansancio nervioso (Fuchs). Todo esto identifica la masa de alteradores del tejido por lo que no es conveniente quedarse en el síntoma sino valorar todas las causas y reorganizarlas por orden de desgaste. La melisa y la hierbabuena pueden ser comodines, pero hay que asegurar que el desencadenante no sean el hígado o el páncreas porque pasaremos a depender de este tipo de plantas sin regular realmente la función afectada.
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