Al ser un tubo liso, su movimiento lo hace el sistema nervioso parasimpático, aunque se ayuda de los 4 estrechamientos para hacer un movimiento peristáltico: donde se junta con la faringe a la altura de la 6 cervical; donde es presionado por el cayado aórtico a la altura de la 4 dorsal, donde se `presiona con el bronquio izquierdo a la atura de la 6 dorsal y donde se puede ver presionado por el diafragma a la altura de la 10 dorsal. Todas estas intersecciones pueden provocar dolor a esa altura vertebral, por lo que es habitual encontrar unos primeros síntomas en la cargazón dorsal. En esos casos, el control del proceso se hace a través de la reflexología para ayudar a darle la orden de forma adecuada y, posteriormente, podemos emplear la melisa o la agrimonia para regular la flora de la zona a la par que reducimos es espasmo sobre el área.
¿Hay más procesos afectando?
También la mucosa se puede ver afectada, pero en este caso las marcas oscuras o de suciedad del iris será conveniente comprobarlas en el tono de la zona de estómago, para cerciorarnos de que no viene por reflujo. Si el estómago no tiene esas marcas, debemos pasar a comprobar la mandíbula para asegurarnos de que no le estemos exigiendo tener dientes. Si también podemos descartarla, entonces nos centramos en su propio epitelio escamoso, ya que tiene tendencia a formar celdillas que son responsables del acúmulo y putrefacción de la mucosa de la zona (y que, posteriormente, pueden dar lugar a trastornos más destructivos). Es importante que, para el principio, empecemos por las gárgaras, ya que está formado por musculatura voluntaria o estriada y, a medida que desciende, se va haciendo más involuntaria o lisa por lo que ahí necesitaremos más plantas como el erísimo o la salvia. El drenaje, como técnica de masaje, marca que la primera parte se limpia mejor en los ganglios del cuello mientras que la segunda lo hace en los del mediastino.Si este tejido se termina dando de sí, aparece una deformación más o menos concreta (como el divertículo esofágico de Zenker) pero que no da problemas siempre que se mantenga limpio con herramientas como la cura de limón o la de espárragos como monodieta 1-2 días por semana. En caso de daño, el camino es la cirugía, habitualmente; ya que, si se mantiene mucho tiempo, se puede convertir en un proceso canceroso.
Por lo tanto, los principales problemas que podemos hallar para su motilidad en esta segunda zona, son debidos al sistema nervioso parasimpático, siendo su mayor aliado el trabajo respiratorio, la labor de masaje de todo lo que le rodea.
Por otro lado, antes de comenzar el estómago, hay una válvula de acceso denominada cardias que, cuando no cierra adecuadamente, produce el denominado reflujo, el cual se nota con una hiperacidez con eructos con mal sabor o problemas digestivos de todo tipo. Este cierre de válvula se puede deber a una malformación, a una degeneración (engullir, más que comer), a una inflamación, una presión diafragmática o una mala postura corporal. Cada uno de estos procesos habrá que comprobarlos para atacar todos los implicados al tiempo ya que, si se hace por partes, es más difícil evitar que “se pasen la pelota” entre sí.
El último problema que vamos a abordar va a ser el derivado de este caso: la esofagitis; que nosotros no tratamos directamente, porque puede haber varias causas (desde daños en el tubo, alteraciones de mucosa gástrica, fallos enzimáticos del hígado o el páncreas y un largo etc) y, por lo tanto, si no podemos determinarlas con fidelidad no debemos interactuar; aunque, en general, todo se reduce a lo mismo: la inflamación del esófago por una irritación continuada. Sin embargo, sin atacar el origen, lo vamos a trabajar como conjunto de disrupción; es decir, cuando desde una situación continuada, el organismo, en este caso el esófago, se protege en forma de mucosa con una flema constante y molesta pero que en realidad resulta ser una protección. O cuando sube tal acidez que termina dando sensación de irritabilidad al tragar. En ambos casos podemos ayudar tomando una cucharada de aceite con limón dos veces al día, pero es mejor centrarse en la necesidad real del cuerpo, en su forma de pedir ayuda o de compensarse porque, a veces, por querer quitar esa protección o aviso que nos está dando, terminamos debilitando las herramientas que nuestro organismo ha puesto en marcha.
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