La masticación y la salivación pueden ser básicos a la hora de poner bajo control un proceso orgánico. Cada vez que tenemos un problema en la boca debemos asegurarnos de hasta qué punto podemos o debemos prestarle una atención más allá del diente.
Por problemas en la boca podemos identificar desde molestias en el paladar, ampollas y heridas (aftas) o las famosas caries, el sarro y otros procesos… y todo ello puede ser el origen de problemas en otras áreas. O su manifestación.
Lo primero que debemos recordar es que la digestión empieza en la boca, con la salivación y la masticación. EL viejo adagio dice: “la bebida masticada y la comida bebida”. Y es que si bebemos cualquier cosa y llega directamente al estómago, sin la correspondiente saliva, los jugos gástricos tienen que reaccionar con más agresividad por no estar preparados y no digamos nada si no lo hemos “calentado” o “enfriado” previamente en la boca ya que entonces, además, altera la ósmosis que se realiza en el estómago. Por eso, la bebida masticada hace referencia a otra orden de higiene digestiva: debe bajar tanto agua como saliva.
Pero… ¿quién puede resistirse a una bebida fría en épocas de calor o calentita en invierno?
Tal vez la asertividad deba empezar por uno mismo, saber decirnos no a nosotros mismos. En cualquier caso, si lo mantenemos en la boca, refrescaremos o calentaremos, dando la orden en el cuerpo y, a la par, conseguiremos la efectividad de la saliva ya que es un líquido cargado de transmisores que al llegar al estómago coordina los jugos digestivos y el líquido ingerido.La parte que dice la comida bebida es para recordarnos que el estómago no tiene dientes y que una buena masticación es fundamental para no obligar a fabricar jugos, bilis, ácidos extras que deshagan lo no masticado. De esa forma, al masticar suficientemente conseguiremos que la formación de estas sustancias sea la necesaria y no sobrecargaremos ningún órgano, evitando con estos dos simples actos alterar o empeorar el estómago, hígado, vesícula y páncreas. Algo que en iridología buscamos en el primer anillo, aquel que pega a la pupila, identificando el tipo de “arañazos” que tiene y si están en consonancia con los órganos mencionados.
Y esos mismos actos fortalecerán el sistema nervioso ya que están relacionados la masticación y la salivación con la descarga del sistema nervioso parasimpático.
Una mala salivación también nos va a provocar piedras salivares que, a su vez, forman el círculo vicioso de no permitir la salivación y, como hemos hablado, esa falta de saliva implicará un desajuste de jugos. Sin embargo, las piedras salivares, provocan la molestia de que, al no tener saliva, todo lo que cae al estómago tarda más en digerirse y por lo tanto ralentiza las funciones de absorción de nutrientes, vitaminas y minerales en el intestino delgado y hace que el intestino grueso también debilite su movimiento peristáltico llevando a que funcione por espasmos y así unas veces tengamos estreñimiento y otras diarrea.
Aparte de las funciones mecánicas de las que hemos hablado debemos comprobar si necesitamos plantas sialagogas (productoras de saliva) como la avena en grano o, por el contario, activadores de los jugos como el ajenjo, habiendo un amplio espectro de plantas entre ambas. Pero, seguimos recordando que las plantas no se toman si no hay una necesidad real
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